Era tarde en la fortaleza. Acababa el atardecer. Carld, Vash, LX5 y Jack estaban entre los muros de la fortaleza buscando algo para cenar. Estaban en una habitación con muros de roca. La habitación era cocina y comedor, y en su centro tenía una extensa mesa con numerosas sillas y, debajo de ellas, una vieja alfombra con una extensión aún mayor que la mesa. En realidad el lugar era algo frío pese a que había varias chimeneas en el castillo y además alguno que otro pozo de lava. Daba un aire medieval y un tanto tenebroso.
Jack abrió la puerta del refrigerador sólo para descubrir que no había nada.
― ¡No puede ser! ¡Apenas compramos montones de carne, pero no queda nada!
Vash empezó a silbar. Jack lo miró un momento fijamente, pensó por un momento.
― ¡Vash! ¿Qué demonios le hiciste a la comida?
― ¿Yo? Nada…― Contestó Vash de manera un mal disimulada.
― Seguramente se lo diste de comer a alguno de tus dragones… ― Le contestó mientras hacía una mueca de disgusto.
Carld y LX5 sólo los miraban intentando mantener un poco la distancia para no meterse en líos por algún malentendido.
Vash sí le había dado su comida a un dragón, pero decírselo a Jack seguramente le iba a costar un dineral, o cuando menos tendría que pagar la cena de esa noche si iban a algún puesto de garnachas. Jack, por otra parte, lo sabía, pero no le importó demasiado. Pensó que seguramente es muy difícil mantener bien alimentado a un dragón, y además el comentario que le hizo al respecto quizá sería suficiente para asustarlo un poco.
Carld caminó un poco hacia atrás y de inmediato resbaló con la alfombra que adornada el comedor. LX5 se echó a reír, rió tanto que se puso de rodillas y sofrió dolor de estómago. Vash y Jack sólo se quedaron mirando de un modo un tanto serio a LX5.
La alfombra se había movido un poco. Mientras se levantaba, Carld descubrió una puerta hecha de madera que se asomaba por debajo de la tela esponjada.
― Miren esto. ¿Una puerta?
Jack se exaltó y corrió a mover la alfombra.
― Escuchen bien, no quiero que nadie pase a través de esta puerta ¡¿Me oyen?!
― Pero si sólo… ― Intentó hablar LX5
― Olvídense de la existencia de esta puerta y jamás le digan a nadie que existe. Es por el bien de todos y de vital importancia que nadie entre jamás.
― Está bien ― Dijo LX5 con cierta desilusión. En verdad sentía curiosidad por saber que había tras esa puerta. Por instante le cruzaron por la cabeza miles de especulaciones sobre lo que habría detrás. ¿Un tesoro? ¿Acaso ahí tenía un laboratorio? Quizá habría un poco de todo ahí abajo.
Carld y Vash asintieron casi al mismo tiempo a la advertencia de Jack.
― Bien. Ahora iré por algo para comer. Saldré del castillo a la tienda de la esquina. ― Les avisó Jack mientras caminaba hacia la entrada principal.
En realidad la tienda de la esquina estaba a varios kilómetros del castillo, ya que estaba en un lugar aislado, le iba a tomar un par de horas a Jack ir a comprar comida y regresar a pesar de que iba a usar el “reznormóvil”.
Jack abrió el portón y lanzó una mirada hacia atrás, como si tratara de ver a través de los muros por si ocurría algo raro. Por fin se decidió a salir tras un par de segundos. Cerró el portón detrás suyo y se pregunto a sí mismo si debió decirles lo que se ocultaba debajo de ese suelo. Sin titubear demasiado, se fue.

Dentro de los muros frívolos del castillo, LX, Carld y Vash permanecieron en la habitación por unos minutos. Todos sentados frente a una chimenea en la misma habitación del pasadizo oculto bajo la alfombra.
Carld apoyaba su cabeza sobre el respaldo de la silla en la que estaba sentado, mirando al techo. Lanzó un suspiro. Deseaba ver lo que había tras la puerta. Era un secreto, un secreto atractivo y seductor de mirada profunda. Carld quería mirar en el abismo, aún si eso implicaba que el abismo también viera dentro suyo. ¿Qué más le daba si descubría un secreto horrible? Podría vivir con eso, claro que podría. ¿Además, qué clase de castigo extraño le podían dar? Es decir, si se tratara de algo tan grave como para aplicarle un castigo de muerte o exilio Jack lo habría dicho en su advertencia, pero no fue así. Claro que quizá sí debió haberlo hecho, pero ya era tarde para ello.

LX miraba el reloj en su muñeca constantemente, cada segundo que pasaba era un segundo de intriga, un segundo que no husmeaba bajo aquel suelo, y un segundo menos de libertad hasta que Jack volviera. LX sospechaba que podrían echar un vistazo sin que nadie lo notase, si se daban prisa. Además era posible que Jack al volver se las ingeniara para bloquear la puerta para siempre, y toda posibilidad de mirar adentro se volvería polvo con ello. Como un intento de no pensar en el secreto, LX intentó iniciar una charla con los demás.

― ¿Carld, cómo ha estado Reimu?

― Bien… ― Carld estaba como un zombi, y su contestación había sido un poco torpe, pues no paraba de visualizar en su cabeza las infinitas posibilidades que podrían aguardar por él debajo del castillo. ― ¡Entremos! ― Exclamó, cambiando el tema bruscamente.

A Vash no le parecía del todo prudente ir allá abajo, pero tampoco le parecía correcto que hubiera un secreto tan grande que casi obligadamente tuvieran que pasar por alto. LX sentía algo muy parecido, no podía soportar que el conocimiento de lo que había allí abajo no estuviera a su alcance.

Vash le contestó a Carld: ―Me parece bien, no podemos simplemente ignorar la verdad. Entremos.

― ¡Genial! ― Dijo Carld mientras removía la alfombra rápidamente y completamente decidido.

LX sonrió. Se apresuró a tomar el picaporte. Hizo una pausa como para premeditar un momento. Luego jaló el cuadro de madera. No logró abrir, la puerta estaba, al parecer, atascada, probablemente por la humedad, que hacía engordar la madera. Carld hizo a un lado a LX e intentó abrir él también con todas sus fuerzas. La puerta estaba inmutable. Luego de los fracasos, intentaron tirar de la puerta los tres juntos.

Casi se separó el acero oxidado del tablón, pero para su suerte no fue así, habían logrado abrir “su cámara de los secretos”. Estaba tremendamente oscuro. Se alcanzaban a ver algunos escalones grisáceos y rocosos, y a los lados unos muros robustos de piedra. De momento no había un tesoro con miles de joyas, pero parecía un sendero verdaderamente prometedor. Carld fue corriendo por algunas linternas que tenía guardadas en su habitación. Nadie sabía qué era lo que aguardaba tras aquella oscuridad devoradora, pero los tres deseaban bajar, bajar cuanto hiciese falta.

Ya con lámpara en mano, comenzaron a hundirse en la cripta. Era estrecha y sus muros eran sumamente irregulares, tanto que en ciertos puntos daba la impresión de que aquel sitio no había sido creado intencionalmente, sino que había nacido como consecuencia de algún terremoto, o por la filtración del agua que quizá pudo haberse dado antes de haber sido construido el lugar.
Cerraron la puerta detrás de ellos. En ese momento les dio la impresión de ya no estar en el castillo en absoluto, sino un sitio totalmente ageno, quizá incluso daba la impresión de ser otra dimensión. Una oscura y rocosa dimensión.
Las linternas revelaban un muro con el que darían habiendo bajado unos cinco metros. Bajaron cuidadosamente hasta aquel muro. Cada escalón representaba cierto desafío debido a la gran deformidad que tenía cada uno; era más como bajar una montaña, y a cada paso, al sumirse en el sótano, se sentía más frío el aire y la humedad se volvía un poco más fuerte.
Al estar frente a la pared se detuvieron un momento. Ya no había un camino que seguir, estaban en un callejón sin salida. Husmearon un poco. Vash volvió a las deformes gradas para ver si habían pasado por alto algún camino oculto entre las afiladas y gruesas paredes. Carld alumbró un poco alrededor con su poderosa linterna, y sólo pudo vislumbrar más y más rocas. LX observó por un momento el muro, lo alumbró con su linterna. Miró minuciosamente de un extremo a otro y de arriba abajo. Un poco por debajo del centro encontró una especie de inscripción.
Vash volvió de su búsqueda sin éxito.
― ¿Encontraron algo? ― Preguntó.
―No, nada. Creo que Jack sólo quería asustarnos o ponernos a prueba. ― Dijo Carld.
―¡Esperen, creo que encontré algo! Vengan. ― Dijo LX bastante emocionado. ―Hay algo grabado en el muro: «El camino a la verdad lo resguarda el Reznor en sus ojos».
―Es un poco complicado… ― Dijo Carld, un poco confundido.
―No pierdan el ánimo. Debe haber algo muy impresionante tras la puerta como para ser resguardado con algo así. ― Dijo Vash.
LX movió un poco la luz de su lámpara hacia arriba y logró ver que había un reznor esculpido en el techo que estaba a sólo un par de metros de altura. Uno de los ojos del reznor brillaba reflejando la luz de la lámpara.
―Ayúdenme a subir― dijo Carld.
Vash y LX lo subieron cuidadosamente para que examinara un poco el ojo del reznor. Parecía ser que el ojo estaba hecho de plata. Carld intentó arrancarlo de la piedra frotándolo un poco, y tras un momento el ojo se sumió y se oyó un crack. Todos se asustaron un poco, y al momento empezó a temblar violentamente. El muro de la inscripción comenzó a levantarse lentamente. Y tras él aparecían, entre la luz de las linternas, estalactitas y estalagmitas. Además, se hizo audible alguna especie de río que aguardaba por ellos en lo profundo de la caverna, junto a un ser que despertaba de un profundo sueño tras oír la puerta abrirse una vez más.